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Viaje en el tiempo

14 de diciembre de 2015

A las siete de la mañana salimos de Rabat en dirección a Casablanca. Luisa, Raquel y yo. Una hora y media de viaje, de amistad y buena conversación.

Llegamos al aeropuerto y nos despedimos.

Con dos horas de retraso, aterrizo en Argel. Me encuentro con José María y tomamos algo juntos. Él viaja a España, yo voy a la terminal de vuelos nacionales. Parece que el vuelo a Orán tiene previsto salir con retraso. Aún no se sabe nada.

Son las 20:00 y sigo en tierra; me gustaría estar ya en las nubes.

Las conversaciones y la megafonía en árabe y francés se mezclan con estas líneas. Una niña habla por teléfono con su padre que está en Marsella. Lo echa de menos, dice. Anuncian la salida del vuelo a Tinduf. Dos viejos se abrazan en Darija. La mayoría habla a gritos en los dos idiomas y se crea un rumor ininteligible que se atenúa al ritmo cansino que vacía el aeropuerto. Quedamos los pasajeros de Annaba, Orán y Tiaret.

El concepto de tiempo en Argelia es diferente. Diferente al occidental, quiero decir. Siempre hay más. Esperar y cultivar la paciencia se convierte en un ejercicio obligatorio, en una vacuna contra nuestra prisa. No está mal. A veces. Si consigues dominar el deseo de estrangular la paciencia en la garganta de algún interlocutor demasiado sonriente.

Todo amabilidad, ninguna explicación, ningún silencio; gritos, espera, sonrisas. Paciencia. Vuelvo a abrir el libro de Vila-Matas, Kassel no invita a la lógica, y trato de eliminar las conversaciones que me rodean. Hace años estuve en Kassel con Mónica, por aquel entonces mi novia, estudiábamos alemán y sobrevivíamos a una ola de calor para la que la región no estaba preparada. Recuerdo los edificios de la Documenta, la casa de los hermanos Grimm, la falta de aire acondicionado y la sorprendente cantidad de lisiados que había en la ciudad. Y recuerdo a Goethe y a Schiller; Weimar, Buchenwald, Erfurt. Otras voces, otros ámbitos.

Algo sucede. Llaman por megafonía. Primero en árabe, luego en francés. No hay duda, es nuestro vuelo y cabe la posibilidad de que salga puntual. Las caras se crispan. Se forma una cola con una media de cuatro o cinco personas luchando por ocupar cada uno de los puestos en la batalla hacia el mostrador. La concepción del tiempo se modifica bruscamente: cunde el pánico.

Entramos en el autobús y todo vuelve a su cauce. El tiempo se extiende y esperamos hasta que la hora de salida prevista ha pasado. El autobús arranca una vez se ha alejado el peligro y pasea dubitativo entre los aviones de Air Algerie. Sorprendentemente, tiene botones de parada. Nuestro avión logra despegar con una hora de retraso. Las caras se han relajado, la tensión ha desaparecido y la gente vuelve a hablar y sonreír con la amabilidad habitual. Por un momento se ha respirado la tensión del tiempo; los versos de Virgilio han sobrevolado nuestras cabezas. Por suerte, ya ha pasado.

Sonría, por favor, la eternidad no tiene sentido de la puntualidad.

Aterrizamos en Orán y alguien me llama por mi nombre. Es un amigo de Facebook que me ha reconocido: lo virtual pone los pies en la realidad. Por fin en casa.

En: Blog, Blog 18 comentarios

Comentarios

  1. Djamila dice:

    Me encanta este artículo que nos refleja con sinceridad una realidad palpable. Efectivamente, la paciencia no tiene mas remedio que convertirse en un ejercicio onligatorio y una vacuna contra la prisa… me gusta esta reflexión y gracias por compartir con nosotros sus escritos que nos enseñan tanto y nos hacen viajar. Cordialmente.

  2. Chanez dice:

    “El concepto de tiempo en Argelia es diferente. ..” yo digo que no existe un concepto de tiempo desafortunadamente , vivimos en la anarquía y el desorden …y la paciencia es obligatoria , es nuestra sola y única opción …et nous nous sommes bien habitués. ..
    Que deficil es que de vivir en un lugar donde todo no es normal parece normal
    Ps.me gusta la exposición de el virtual se pone en la realidad
    Gracias por el artículo y gracias por compartir su aventura con nosotros

    • Muchas gracias a ti, por leerlo y comentarlo. Es verdad que la paciencia se convierte en obligatoria, pero también es verdad que la morosidad del tiempo conlleva importantes enseñanzas. Un abrazo

  3. Elisa Delibes dice:

    A mi también me ha encantado el artículo, como he estado hace poquisimo en Argel y en Orán conocia muy bien el escenario y lo he vivido con más intensidad. Me han encantado tus reflexiones sobre la paciencia…es verdad allí no hay esa prisa ni ese estres que tenemos aqui

  4. Alfredo Alvar dice:

    Me habría encantado haberlo escrito yo mismo: por su calidad literaria, por cómo me he sentido identificado con las vivencias, experiencias y reflexiones que cuentas y que he pasado en algunos aeropuertos, mercados, lugares públicos… ¡o antes de empezar una clase!

  5. Iván dice:

    Querido Gonzalo, qué me vas a contar a mí de la relatividad del tiempo, cuando el director de la cadena de televisión me comentó que aprobaría la realización y producción de los documentales a su vuelta de La Meca y eso fue antes del verano!!! De todas formas, he de decir que como buen andaluz emigrado a Madrid, valoro la parsimonia y la vaguedad del tiempo, Permite una pausa, hablar por la calle, la amabilidad y la comunicación; pero, además da pie a pensar y a imaginar y, en definitiva, a soñar, si estás sólo. Nada de ésto ocurre en las grandes ciudades, donde las prisas evitan el contacto humano y la soledad se encuentra vacía. Es curioso o paradójico, si se quiere, que precisamente en los lugares de mayor concentración de personas se genere soledad y triunfe la misantropía…
    Un fuerte abrazo

    • Gracias, Iván, es verdad, los andaluces compartis parte de la concepción del tiempo aquí reflejada. Creo que en las gracdes ciudades, como en las grandes concentraciones de personas, la compañía se encuentra en los pequeños mundos que nos creamos y que, en realidad, es lo que acaba formando esa gran concentración, no es otra cosa. Sin duda, es más dura la soledad rodeada de compañía ajena.

  6. Belén Argaya dice:

    Cierta pelusilla aparece en mi mente, un día interesante… de los que no veo a menudo por el centro de Madrid. Aquí el tiempo también tiene sus propias reglas, pero si algo se retrasa se desencadena una terrible sucesión de retrasos que terminan por hacerte correr cada minuto. Al final, la vida sigue y nos obliga a seguirla. Quizá esa es la razón por la que, en realidad, todavía sigo aquí. Gracias por tu paciencia.

  7. Emilio dice:

    Será mi mente cuadriculada, pero aparte de recordarme hechos padecidos en el mismo lugar, después de leer su última entrada, me es difícil no preguntarme; ¿qué es el tiempo?, ¿existiría la concepción del tiempo si fuéramos eternos?, y ¿qué hay de la percepción del tiempo?. Pensar sobre estas preguntas requiere reflexión, y su consecuente tiempo.
    A la primera de las preguntas, desde el punto de la física, podríamos definir el tiempo como una dimensión que representa una sucesión de estados por los que pasa la materia. Pero si analizamos esta definición, incurrimos en una recursividad, porque ¿podríamos definir la sucesión de estados sin utilizar el concepto tiempo?. La respuesta parece ser, no. Por lo que yo definiría el tiempo, como variable subjetiva relevante para los algoritmos físicos, y transcendental para la vida humana. Lo de transcendental viene a responder a la segunda pregunta que me hice, si fuéramos eternos, probablemente el tiempo no existiría y no tendría cabida hablar de una variable temporal, daría igual el cambio de estado de los eventos naturales. Lo del carácter subjetivo viene dado por la respuesta a la tercera pregunta, es decir, si ahora le pido que haga el ejercicio de contar del 1 al 1000 con una frecuencia de conteo de 1 por segundo, se les antojaría muy lento y tedioso, por lo que desistiría en hacerlo. Sin embargo, si este tiempo es el que hubiera en la única pausa de un seminario intenso de 5 h seguidas, esos más de 16 minutos les pasarían como si fuera un segundo. En definitiva, el tiempo es el mismo, pero la percepción es totalmente diferente. Ni qué decir con la edad, cuando uno se hace más mayor más quiere saborear ese segundo, ¿será porque cuando uno es más mayor le quedan ya menos segundos para vivirlos?. Supongo que la respuesta a esa pregunta da la clave de por qué los niños se aburren y se cansan tan rápidamente de los tiempos muertos: para ellos su tiempo es infinito. Para nosotros, lamentablemente, deja de haber tiempos muertos, los cuales, los aprovechamos para saborear esa vida: escribiendo, escuchando música, haciendo deporte, etc. Sin embargo, y para crear más incertidumbre, según la teoría de la relatividad de Einstein, el viajero que va más rápido envejece relativamente más lentamente que el que lo hace con menor velocidad, por lo que consecuentemente quisiera viajar a velocidades cercanas a la luz, o quizás no…

    Gracias por hacerme reflexionar, y perdón por romper el romanticismo del post.

    • Gracias a ti y, desde luego, no has roto nada. Al contrario, la reflexión es parte del texto.
      La concepción del tiempo ha variado a lo largo de la historia. Los griegos ya planteaban la cuestión que aparece en esta entrada del blog, para ellos el tiempo estaba formado por Cronos y por Kailos. El primero era el tiempo cronológico o secuencial, el segundo es el tiempo en el sentido particular de la ocasión o momento oportuno. Podemos decir que la naturaleza de Cronos es cuantitativa y la de Kailos cualitativa. De ahí parte de la reflexión que haces.
      Por otro lado, en cuanto a la medición del tiempo, entraríamos en el planteamiento de su concepción. Los griegos tenían una concepción cíclica del tiempo, como las sociedades mitológicas en general. Son los romanos los que empiezan y plantear un paso lineal del tiempo y del curso de la historia. Y es la concepción judeocristiana la que lo plantea de este modo. Si bien la Biblia también recoge la idea de Cronos y Kailos, considerando este último como el tiempo diseñado en el cielo que se manifiesta en la tierra.
      Mantenemos algo de las dos concepciones: de la cíclica en el calendario y de la cronológica en el cronómetro.
      Más cerca de nuestra época, Kant plantea que el tiempo y el espacio son formas puras de la sensibilidad, condiciones apriorísticas o necesarias para cualquier posible experiencia.
      Y me parece muy interesante lo que escribe Iker Puente en su artículo La historia de la medición del tiempo y la noción del tiempo: “los seres humanos no percibimos el tiempo en sí mismo, lo que percibimos es el cambio. Y nuestra noción del tiempo depende de nuestra percepción de los cambios.”
      Podríamos continuar repasando la Historia y las distintas percepciones del tiempo. En todo caso, apuntar que nuestra concepción del tiempo no es la de seres eternos, en todo caso la de seres eviternos, pues tenemos conciencia de un principio. Eso y agradecerte la reflexión ya que, entre otras cosas, muestra que la literatura se esconde entre líneas y que los buenos lectores la perciben.

  8. Miguel Argaya dice:

    Mira si el tiempo es elástico, que he leído tu artículo hace días y no he escrito esto hasta hoy. Me ha gustado tu texto, bien escrito como es tu ser, pero más me ha encantado tu blog. Mi enhorabuena por ambos. Te seguiré.

  9. Fatima dice:

    el ultimo párrafo debería emepzar : Aterrizamos en Orán y ahí empieza todo, ella hablaba inglés, español, y sus ojos hablaban de lo que intentaba esconder. Sus palabras no coinciden con lo que contaban sus ojos, por una razón u otra, miedo, timidez o simplemente le daba pena contar la verdad. Sin embargo, sus ojos no sufren estos inhibidores y demuestran los sentimientos puros, desnudos, la dejan al descubierto.
    Las palabras a veces no son reales, sin duda las miradas siempre lo son. Estos ojos gritaban fuertemente lo que sus labios no podían susurrar levemente: abrázale, gástale los labios, vuelve a subir al avión, escápate al otro lado del mar, donde los besos son permitidos lejos de Orán, escápate de tu vida, de tus compromisos, de esta tierra donde tu honor es proporcional a la longitud de tus faldas. Agárrale la mano y vete…