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Contra paráfrasis

16 de diciembre de 2019

Llueve en las manos, caen chuzos de punta y se cuelan entre los dedos. El último monzón se escapa entre las líneas del destino. Miles de muertos ahogados entre los dedos, mordidos los cuerpos entre las uñas, rotos los huesos con un chasquido que deshace la humedad. Así, cientos de miles de millones de litros en la palma de una mano; cientos de miles de millones de ojos tras la palma de una mano; cientos de miles de millones de días entre la lluvia y el silencio. Y entre tanto, salgo a dar un paseo porque ha dejado de llover.

Hablo con nadie, deambulo en una dirección concreta, sonrío sin mueca y me siento sobre todas estas palabras que vete a saber qué significan. Estiro las piernas sobre un par de párrafos y me apoyo en la última coma. Miro el cielo y elimino de un plumazo la paráfrasis que me prometía estar a cubierto.

Lo prefiero así, sin entenderlo, apoyado en las aristas del significado oculto, sobre la belleza cerrada por la que caminar. Los ojos cerrados, las palabras incómodas, el orgullo herido, los pasos inquietos, la incertidumbre del texto, el silencio del tiempo, el amor sin más, la verdad perdida y cien mil millones de años para mirar sin entender nada. Quizás solo por eso vale la pena ser. Tanto como llorar, amar, dormir, soñar. Tal vez, morir.

En: Blog, Blog 1 comentario

Comentarios

  1. Cesar Ramos dice:

    Hoy has estado lúcido, brillante, amigo Gonzalo. Eso es por que en realidad lo eres, solo que a veces te nublas. No existe cielo sin nubes. Un fuerte abrazo desde el corazón de Castilla