ESCUCHAR CON LOS OJOS A LOS MUERTOS

Ayer me dediqué a sacar libros de mi biblioteca portátil, la que me acompaña aquí, en Estambul: los destripé, abrí sus entrañas y traté de acercarme a todos a la vez. Lo sé, es de lunático; pero necesitaba hablar con todos a la vez. Atacado por la urgencia de la ansiedad, por las prisas de recorrer en un mismo instante todos los caminos del pasado. Todos. En un único momento; en un mismo sorbo que me recuerde cada paso.
Acabé agotado, tirado en el suelo y con cientos de imágenes dibujadas por miles de palabras golpeándome. Sin piedad, sin orden, sin calma. Lección aprendida: escucha con los ojos en los libros, no recorras las imágenes sin detenerte. Porque solo conseguirás el dolor de cabeza, las pesadillas que da recorrer cien mundos en un instante; solo lograrás caer rendido sin saber por dónde has caminado, con los recuerdos confusos y la ansiedad sobre los hombros.
Es temprano, el sol me despierta. Sigo tirado en el suelo, rodeado de libros. Me levanto, enciendo la cafetera y empiezo a recoger hasta tropezar con Quevedo:
“Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.”
En mi cabeza dolorida y agitada retumban sus palabras. Hablo con él sin pensarlo. Y embriagado por mi búsqueda dialogo con los muertos. Piso sobre las huellas de Platón. ¿No era eso Occidente?
Voces, historias, ideas que cruzan el tiempo.
Me siento, estoy mareado. Me sirvo el café y continúo el diálogo que han escuchado mis ojos; la conversación con los libros, con las palabras de los maestros que dibujan la imagen que derramamos sobre nuestras calles. Sobre el hoy y ahora. Lo que escribimos mirándonos a los ojos; o con los ojos cerrados y mirando hacia la nada; o hablando con quien sigue susurrando.
Acercarse a una biblioteca, hacerlo tranquilo (no abalanzarse como hice yo ayer); azuzar el oído y escuchar las voces de los maestros. Hacerlas propias y calzarse sus palabras como las botas con las que pisar nuestros días. Sí, escuchar con los ojos a los muertos, pisar con sus palabras nuestros días… Era eso.
Me he despistado, el taxista me dice que ya he llegado a mi destino. No sé muy bien en qué momento he subido, me temo que sigo contaminado por mi exceso, enfrascado en mi diálogo sin tiempo.
Sencillamente me encanta y me hace pensar extrañamente tranquila en esa intranquilidad
Querido mío,
Me gustado muchísimo tu texto y me solidarizo contigo y tú cerebro lleno a rebosar de palabras, pensamientos, ideas.
Juntas y muy revueltas como le paso a Alícia en el Pais de las Maravillas, bueno más bien a Lewis Carroll que a saber cómo levitaba.
Yo que leo de tres o cuatro en fondo no he conseguido llegar a semejante colocón con la literatura porque elijo el libro según mi estado de animo o mi cansancio.
Me ha pasado en los museos y las exposiciones cuando he querido ver mucho y darme la paliza.
Ahí si me he enganchado unas borracheras de imágenes importantes, toda mi mente llena de imágenes bailando a la vez y al tiempo en una sinfonía descalabrada en compás de dos por cuatro, atonico y dodecafonico a la vez.
Aprendí y, con esta falsa juventud que la gente se empeña que tengo, nada mas lejos de la realidad que soy lo que soy, ya cuando tu eras niño solo iba a ver una obra a la vez.
Luego solo una a la vez durante meses y conseguí verla y comprenderla.
Después, iba a conocer cómo trataba el pintor a sus modelos. Solo narices o solo ojos o manos.
Me divertí mucho porque veía que a este quería acabarlo con rapidez y se notaba “ que tío tan pesado a rematar, que me pague y se pire “
oooo “ esta señora tan encantadora voy a prolongar el tiempo con mucho cuidado que además está maciza y es divertida “
Razón lleva Quevedo
Retirado en la paz…….
No nos dejemos emborrachar por todo a la vez y ya y de golpe.
Da una resaca terrible
BSSSSSSSSSS
Hola Gonzalo !!!
Llevo queriendo compartir este texto contigo un montón de tiempo
Me acabo de zampar un helado de súper chocolate en homenaje a mi amiga/hermana del alma, que es tu madre y está muerta de envidia en el cielo. Claro que allí serán mejores.
No sabes como te entiendo y me solidarizo con tu escrito. Yo leo de tres o cuatro en fondo, pero solo uno dependiendo del cansancio o del estado de ánimo así que lo que te ha pasado a ti, en la literatura,a mí no de esa forma
Pero aprendí cuando tu eras un niño con el arte plástico. Meterme en un museo o en una exposición grande a verlo todo concentrada, rápido, deprisa …. ya, vamos a por ello.
Hasta el dolor de ojos y de cabeza con la mente saturada de imágenes bailando como una sinfonía descontrolada en compás de dos por cuatro, atónica, dodecafonica ….. los Beatles, Camarón, Bach, Wagner, la novena, Bruckner….,,,, todos a la vez atronando mi cerebro en una borrachera total de imágenes y colores imposibles.
Una o dos veces. Luego solo autores, después solo un cuadro al que he dedicado media hora o tres cuartos durante meses hasta llegar a conocerlo. El Jardín de las Delicias, los retratos De Goya y tantos más.
Después el análisis de la relación del autor con la obra. Solo manos, ojos o narices y ves como a el pintor se le nota “ este es un pesado voy acabar pronto porque no puedo más, así que rapidito “ ooooo “vaya señora súper inteligente de amena conversación y elegante y maciza. A prolongar despacio, a esmerarme y así dura más el posado “
La curiosidad y la paciencia cunden mucho en el conocimiento y ahorran muchas borrachera y sus resacas
Para ponerte estas letras he dejado mi serie de misterio e intriga.
Helsinki: protas el oso gris Trump y su buddy el zorro blanco siberiano Putin. Tiene su punto en CNN o BBC
Zimmerman y Chopin
Así que “ Adiós a todo eso “ Robert Graves
Cuídate mucho y sigue con ti blog que lo paso bomba
BSSSSSSSSSS de pompas de jabón
Me has hecho sentir que lo imposible existe. Precioso texto.
.Gracias