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Dos incendios y dos caminos

4 de septiembre de 2019

El 24 de septiembre de 1947 cayó un rayo en la casa de enfrente. Entró por la chimenea y el incendio destruyó parte de la casa.

Casi un año después, el 19 de septiembre de 1948, un rayo incendió esta casa destruyéndola casi por completo.

Las hermanas Carmen y María González de Orellana se quedaron sin casa en un par de años. Escribo desde la casa de Carmen, ahora de su hija Isabel. La casa de enfrente era de María y sigue en ruinas.

Carmen decidió reconstruir la casa y aprovechar la reforma para convertirla en la casa rural que es hoy y que en 1950, año de su inauguración, se llamó Casa de huéspedes de Pinar del río. Fue la primera hospedería de la zona y contó con huéspedes desde el primer día.

La historia de las dos casas del rayo le dio la publicidad necesaria y atrajo a los curiosos desde el principio. El ABC de la época publicó un reportaje sobre los incendios y las hermanas González de Orellana. El reportero se interesaba especialmente por la casa de María contaba que había decidido no reconstruir la casa y que tampoco tenía intención de venderla. Pensaba dejarla tal y como había quedado tras el incendio. Sin tejado, con una pared en el suelo, con los viejos muebles medio quemados bajo los escombros y con el color negro cubriendo el tiempo. Eso fue lo que atrajo a los curiosos, eso fue lo que lleno la casa de huéspedes de Carmen.

Carmen se quedó en Pinar del río y su vida giró en torno a su casa de huéspedes. María apenas volvió al pueblo a ver a su hermana y no permitió que nadie tocara una piedra de la casa. En el reportaje respondía así: “Mi hermana ha decidido vivir allí, crear una nueva vida tras el incendio. Yo he decidido alejarme, conservar la casa para los que vivieron antes, para mi propia vida antes del incendio.” Dos formas de acariciar el tiempo, de mirarlo desde un lado o desde el otro.

Hace unos días, Isabel respondía en una entrevista para El País. Acaba de lograr que no destruyeran la casa de su tía María (ahora también suya) y que el ayuntamiento de Pinar del río la declarase bien histórico y no permita que nadie la toque. Nadie salvo el tiempo que sigue girando en dos direcciones en la misma calle de Pinar del río.

Pero el tiempo es solo una ilusión y caminan igual los vivos que las sombras de las dos casas del rayo. Desde aquí, desde la casa de Carmen, atraído como un curioso más por el artículo de Isabel, veo la casa de María y tengo la certeza de que una no existiría sin la otra, de que la esfera del tiempo se ha convertido en algo palpable en esta calle y desde esta ventana es posible ver los dos caminos que rodean la existencia.

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